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Una Aventura Llamada Desescolarización.

Recuerdo que mi hijo pequeño de 2 años era un niño con muchísima energía, a donde quiera se subía pasaba y todo agarraba, en fin era un pequeño torbellino. Más tarde, cuando empezaba la etapa del porqué, su gran energía se combinó con su gran curiosidad y quería saberlo todo… ¿de dónde viene la luz?, ¿el gas?, etc... Y no sólo se quedaba con la respuesta, iba a cerciorarse de la explicación que le dábamos. Cuando íbamos a algún lugar tenía muchísima facilidad para comunicarse con las personas adultas, las cuales siempre me manifestaban: tu hijo es muy inteligente, muy desenvuelto.


Todo iba muy bien, paso su primer año de kínder aprendiendo a su ritmo y así lo terminó, cuando empezó a cursar el 3º de kínder la maestra empezó a decirme que mi hijo no iba al ritmo de los demás, que no sabía los números ni las letras. Así fue transcurriendo el año y casi para terminarlo me sugirió que lo llevara a que le realizaran un estudio neuronal porque seguramente tenía un problema, él sólo quería una cosa: “jugar”. Me sentí muy contrariada, ya en ese entonces había investigado acerca de métodos alternativos, así que trataba de darle una respuesta a esta situación. Finalmente, salió del kínder sin saber leer a la edad de 5 años y medio. Esto a la maestra le parecía muy alarmante, para ella mi hijo no sabría qué hacer en la primaria…"ese hombre, ese hombre", siempre se refería a el de esa manera. En aquel momento no imaginaba por la gran pesadilla por la que estábamos a punto de pasar y no fue precisamente porque no supiera leer.


Resumiré sus 2 primeros años de primaria en malas notas, etiquetas, castigos (dejarlo sin recreo haciendo planas en el salón). La situación se puso muy tensa para ambos, peleábamos todo el tiempo por los exámenes y las tareas, su maestra de 2º grado también me pidió que lo llevara hacer algún tipo de estudio, me pidieron disculpas por no haberlo reprobado en 1er año (debo mencionar que cuando cumplió los 6 años empezó a leer sin ningún problema ) situaciones por las cuales reconozco me hicieron sentir muy agobiada, pues ¿Cómo era posible que en un contexto fuera del escolar las personas se refirieran a mi hijo como un niño muy inteligente y en la escuela me sugirieran que fuera hacerle estudios del cerebro?. El psicólogo de la escuela me dijo, después de haber trabajado con él, que el niño no tenía ningún problema, que eran sus maestras las que no tenían estrategias pedagógicas para trabajar. Lo que más me dolía era que mi hijo había perdido su interés por aprender cosas nuevas, algo era muy evidente... su curiosidad se había apagado.

Pedirle que contestara sus libros seguía siendo una batalla campal, sin embargo, podía pasarse horas viendo videos acerca de volcanes o del cuerpo humano, le atraían de sobremanera las montañas, tenía sus propios intereses y era obvio que lo que le ofrecían en la escuela no le interesaba para nada. Para ese entonces ya había yo entendido que mi hijo aún no desarrollaba sus habilidades lingüísticas y lógico matemáticas, más bien que no habían sabido como ayudarle a hacerlo, pero era muy bueno en su contacto con la naturaleza, mis vecinas lo invitaban a su casa por el solo hecho de platicar con él, a los 5 años empezó a canalizar energía y sanaba personas con sus manos, él se hacía llamar el Dr. Irradia.

Aún después de lo vivido decidimos con su papá cambiarlo de escuela y darle una nueva oportunidad al sistema educativo. Lo cambié de colegio y vi un pequeño avance, pero teníamos que pasar literalmente toda la tarde haciendo tarea todos los días y él se enfurecía porque no tenía tiempo para jugar. Aquí experimentamos un nuevo problema…el bullying por parte de sus compañeros.


Fue entonces cuando decidimos dar el gran salto “desescolarizar”, he de confesar que fue una decisión difícil de tomar pues la corriente de pensamiento social colectiva sigue pensando que la escolarización es lo mejor.

Pero vencimos nuestros miedos más profundos, nos enfrentamos a críticas tanto de amigos como de familiares, aún así decidimos seguir adelante y comenzar un nuevo estilo de vida.

El primer paso fue irse a pasar unos días de la semana a el bosque, ahí ayudaba a su papá y de paso podía estar en contacto con la naturaleza. Conoció muchísimo acerca de ese medio, aprendió el oficio de la elaboración del chocolate artesanal, hoy tiene su propia marca y obtiene ganancias por ello.

Me dediqué a hacerle evidente las grandes cosas que puede hacer una persona cuando ama lo que hace, así descubrió su gran pasión: tocar la guitarra…

La gente lo busca tanto para la compra de chocolate, como para que de talleres a niños y a adultos sobre su elaboración.

Ha ido a entrevistas de radio a contar su experiencia, viajó y conoció a grandes personajes de diferentes culturas, ha impartido terapias de sanación.

Pasamos desde por el homeschooling, el unschooling y tuvimos la gran fortuna de que llegara a nuestras vidas el aprendizaje auto dirigido. A través de este modelo está aprendiendo a verse como una persona con voz y voto, a resolver sus conflictos sin la intervención de un adulto, a auto-dirigirse, a tener claras sus intenciones y autorregularse. Junto con sus amigos y su hermana empezaron una banda de música en donde obvio toca la guitarra. Terminó su primaria justo al cumplir los 12 años en el sistema abierto y lo más importante: es un niño feliz.

Ha empezado a impartir pequeños talleres para niños y adultos sobre el uso de las herramientas ágiles.

Y todo esto no habría sucedido tan mágicamente si su papá y yo hubiéramos seguido obstinados en mantenerlo dentro del sistema.

Alguien me dijo un día: “tu hijo es como un circulo y tú lo quieres meter en un cuadrado, así te dará todos los problemas del mundo”.

Sé que muchas personas piensan que cuando desescolarizamos a nuestros hijos los estamos metiendo en una burbuja rosa, pero créanme, no es así. Desescolarizar es hacerte responsable sobre la educación de tu hijo, de darle una enseñanza respetuosa, pero sobre todo de darle las herramientas para poder enfrentarse al mundo real.

Motivos hay muchos para desescolarizar: pedagógicos, personales, sociales, políticos, etc. en mi caso fue una conjunción de varios, hoy en día nos transformamos como familia y hemos ido evolucionando hacia una educación libre lejos de estereotipos y de manipulación, apoyamos y facilitamos el proceso de nuestros 4 hijos. Nada de esto hubiera sido posible si no nos hubiéramos arriesgado en esta aventura.

Y al final puedo decir que las personas tenían razón, mi hijo si tenía un problema, se llamaba: ESCUELA.


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